M se ecuentra en el patio de la escuela, tumbada sobre una sabana blanca. La idea de colocarla sobre la sabana y no sobre la superficie directamente, es porque nunca ha sentido la textura del cesped en su cuerpo y no sabemos si puede ser de su agrado o no, por lo que lo mas aconsejable es que lo descubra por ella misma y sin prisas.
M juega con un sonajero de la cesta de
objetos musicales, siempre elige el mismo
juguete de esta cesta, con tan solo 7 meses, ya se observa una capacidad de elección
evidente, sabe lo que quiere y lo que necesita. Este objeto lo descubrió hace un par de días, y sabe que tiene dos partes claramente diferenciadas, una parte lisa y ovalada y otra rugosa , ambas las descubrió con su boca, de las dos partes, elige siempre la rugosa, pues le
proporciona el placer y la relajacion que necesita ahora que sus encías comienzan a inflamarse
para hacer aparecer sus primeros dientes.
Coge la maraca y se la lleva a la boca,
la mordisquea con sus encias, se la pasa de un lado a otro, cambiando la posición del objeto varias veces. Después de unos minutos la golpea contra la
cesta, el sonido es de su agrado y cada vez golpea más fuerte mientras lanza un
gritito y levanta su brazo izquierdo al mismo tiempo que golpea con su mano
derecha el sonajero con otros juguetes que se encuentran a su alcance.
Abandona el juego con la maraca y decide
tumbarse y recostar su cabeza en la sabana, mientras se tumba agarra la sabana
con su pequeña mano izquierda al mismo tiempo que descubre que con la presión de
sus pequeños dedos sobre esta , la sabana se arruga y puede acercarla cada vez más a su cuerpo. ¡ En ese
instante algo sucede!, ha aparecido una superficie verde, fría con filamentos
alargados, finos y suaves, escondidos
tras la sabana, la mira y decide alargar su brazo para explorar que es. Toca el césped con su
mano derecha y avanza para tocarlo con las dos, abre y cierras las manos como
escarbando, sus dedos se mueven rápidamente, disfruta del momento, está
sorprendida ante el nuevo descubrimiento, me busca, me mira y me sonríe. Yo la
acompaño con mi mirada, mi sonrisa y ofreciéndole la seguridad que M necesita
para seguir explorando esa nueva textura que acaba de descubrir.
Abro los ojos
con expectación para seguir asombrándome de lo que sucede tras su
descubrimiento, me mantengo en silencio, pero estoy cerca, se que necesita
seguridad ante lo nuevo, estoy ahí, pero no interrumpo. Continua con su
descubrimiento ahora sus piernas se agitan, está feliz. Es una textura
agradable para su tacto. Apoya su cabeza sobre el césped, quizás para
sentirlo y descubrirlo de otra manera,
en esta ocasión la sensación no le resulta tan placentera y protesta.
M y yo nos hemos regalado gestos, miradas,
sonrisas, balbuceos y nuevos descubrimientos.
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